El llamado "Movimiento Sionista", el Sionismo político, es fundado como tal sólo a fines del siglo XIX, pero para a canalizar un interés que el judaísmo venía buscando desde mucho antes, a través del talmudismo y de congresos secretos como el "Sanhedrín Cabalístico", en los que los representantes de cada tribu judía se reunían en lugares oscuros y ocultos, en torno a uno de los máximos dirigentes del judaísmo universal, para discutir sobre los financiamientos de sus planes y la distribución de los recursos. Los Sanhedrín Cabalísticos, a su vez, interpretaban el deseo del más ancestral talmudismo, que hemos analizado más arriba, y de las raíces fundacionales del Pacto Renovado, en los tiempos de los profetas, desde Ezequiel a Esdras.
El objetivo primero del Sionismo era conseguir la fundación del Estado de Israel, un país con el que los judíos venían soñando desde su cautiverio en Babilonia.
Sin embargo, cuando es fundado el Estado Judío en 1948, el Sionismo, en vez de desaparecer, se fortalece y afianza más aún en el mundo... ¿Por qué? ¿No habían conseguido ya lo que buscaban desde hacía casi tres mil años? ¿No era lo lógico que las organizaciones sionistas se disolvieran al ver ya sus objetivos cumplidos en la fundación de Israel?... La explicación que se ha dado es que el actual Movimiento Sionista procura difundir la idea en la diáspora de retornar a Israel y acumular allá a todo el pueblo judío del mundo. Pero, ¿La tendencia actual del judaísmo no es justamente la inversa, es decir, a repartirse por más lugares del mundo que concentrarse sólo en Israel? ¿Será que el sionismo tiene otros objetivos no conocidos y distintos a la mera fundación de su Estado? ¿Qué justifica el que el movimiento de Sión siga existiendo y con cada vez más fuerza?
En 1897 se reunieron en Basilea las más altas autoridades judaicas de la época, en un gran Congreso Sionista que duraría varios días y muchas sesiones. La figura central de este encuentro era el líder rabínico Theodor Herzl, alias Benjamín Self, fundador del Sionismo contemporáneo y considerado entre su gente como una eminencia, al punto de que muchos lo consideran hoy como el Mesías anunciado por Jehová. Y junto a Herzl, otra intrigante figura que representa la intelectualidad de ese mismo congreso: Achad Haam, conocido con el alias de Aschen Ginsberg. Estaban allí también, entre otros, el dirigente judío-masónico Dreyfus Brodsky, el teórico del judaísmo político Max Nordau y el líder de la emancipación hebrea Leon Pinsker.
Este congreso sería como cualquier otro celebrado por judíos, si no fuera porque los borradores de las actas del mismo, o al menos sus apuntes, fueron robados llegando primero a París, y de ahí a Rusia, y luego dadas a conocer a la luz pública en el archivo mundialmente llamado "Los Protocolos de los Sabios de Sión", que resumen todo el propósito judío de conquistar el poder planetario como se los promete el Talmud y la tradición rabínica.
Repetimos: CONQUISTAR EL MUNDO, no sólo fundar el Estado de Israel... La instauración de su estado en Palestina era, así, sólo un trámite del objetivo mayor.
Los Protocolos son, por su magnitud y su contenido, los documentos más importantes que se hayan encontrado en alguna parte sobre los propósitos del Sionismo en el mundo, siendo publicados entre 1905 y 1907 por Sergey Nilus en San Petesburgo y mostrados al propio Zar para prevenirlo de la asonada revolucionaria que los judíos preparaban en su contra; pero el soberano, como siempre mal asesorado, acabó por des-oír todos los consejos al respecto con los resultados que todos conocemos. No deja de llamar la atención que uno de los primeros actos de los "revolucionarios" del gobierno ruso soviético haya sido, justamente, prohibir la circulación de los ejemplares de Los Protocolos de los Sabios de Sión bajo pena de muerte.
En la Colección Pasukanis, de la Biblioteca Lenin, en Moscú, existía una antigua versión de ensayo de Los Protocolos, en manuscrito sobre papel roneo, probablemente copiada directamente de un original o bien como borrador, que fue hecha desaparecer misteriosa y definitivamente en 1934. Sin embargo, el British Museum de Londres posee varias ediciones de imprenta de este texto que guardó tempranamente, antes de que comenzaran a cumplirse sus designios, siendo la más antigua de 1905 e ingresada oficialmente a la institución al año siguiente.
Hay mucha discusión en torno a la autenticidad de Los Protocolos de los Sabios de Sión, la que a veces ha ido a parar a los tribunales. Hay cantidades de literaturas a favor como en contra, y otros piensan que se trata más bien de apuntes correspondientes a los originales del Congreso de Basilea, más exagerados para acentuar la gravedad de su contenido. En esta teoría nos sentimos interpretados nosotros. Sin embargo, hay quienes ni siquiera creen que estén completos y que correspondan sólo a una parte del siniestro plan sionista... No lo sabemos, y probablemente nunca se llegue a saber por completo de su autenticidad. Pero el punto a favor más importante para los defensores de la autenticidad de Los Protocolos es la precisión con que sus lineamientos se fueron cumpliendo durante el siglo XX, pues, a menos que se trate de un libro de profecías, allí estaban anunciados conflictos como la Revolución Rusa, las dos Guerras Mundiales, la fantasía del Holocausto judío y la creación de los bloques mundiales, entre otras cosas.
Sin embargo, es muy raro e improbable que una organización que actúe con tales secretos escriba un acta de sus propias reuniones con el peligro de que estas sean robadas, como sucedió con Los Protocolos. Es posible que ellos sean sólo el desarrollo de un "pauteo" muy sencillo tomado inicialmente de las reuniones, que sólo podría haber sido redactado para ser presentado como el grueso de Los Protocolos por alguien que sabía bien del tema y a qué se referían. Ya veremos por qué...
Un comentario frecuente dice que Los Protocolos fueron inventados por la policía rusa del zarismo para perseguir a los judíos revolucionarios, lo que es falso, pues no existe ningún caso de detención o ejecución por la posesión de este documento, y de hecho Nilus quedó sumamente frustrado al ver que las autoridades no le dieron la importancia que él y gran parte de la sociedad rusa le merecían, hasta su muerte 1929. Además, a los rusos ya les había quedado muy claro el propósito revolucionario de los judíos unos años antes, cuando estos asesinaron al zar Alejandro II a pesar de todas las bondades y generosidades que había tenido con la comunidad judía, a través de un comando terrorista judío.
El Congreso de Basilea y la producción de Los Protocolos de los Sabios de Sión parecen haber tenido por objetivo ponerle orden a las líneas del flamante Sionismo Mundial en su paulatina conquista planetaria, definiendo los lineamientos definitivos del plan y sus etapas. Incluso, se sabe que dentro del propio encuentro las personalidades de Herzl y Ginsberg representaban grupos opuestos del judaísmo en la consecución de los objetivos sionistas. Mientras Herzl optaba por una línea abierta y más "mesiánica", por decirlo de algún modo, Ginsberg era partidario de la organización secreta y del celo (de hecho, pasó poco advertido entre quienes supieron de la famosa reunión de 1897 a pesar de su importancia y de ser uno de los pilares del Sionismo) incorporándole además algunos elementos neitzschianos al judaísmo, como el desarrollo del superhombre y los valores de superioridad. Esto puede verse en alguna medida en Los Protocolos que se suponen redactados, precisamente, por Ginsberg, mucho antes de presentarlos en el Congreso de Basilea, quizás a partir de 1880, llegando incluso a proponérselos al Congreso, pues vivía en Odessa, territorio de Rusia ocupado por judíos eslavos (la desaparecida edición en roneo de la Biblioteca Lenin estaba fechada en 1895, o sea, dos años antes del Congreso de Basilea).
Parece ser que el conflicto sionista terminó sólo cuando Ginsberg ordena hacer desaparecer a Herzl, ya convertido en su total enemigo, triunfando por la fuerza la línea sionista que el judaísmo ha mantenido hasta nuestros días. Herzl muere así en circunstancias muy extrañas, luego de haber aceptado una propuesta británica para desplazar hasta Uganda o Angola su proyecto de Estado Judío, mientras que otro de sus más cercanos camaradas sionistas que aceptaron la alternativa africana, Suedfeld, alias Max Nordau, escapó milagrosamente a un atentado contra su vida.
Los Protocolos, más que ser una copia textual del plan sionista debatido en Basilea, parecen más bien el desarrollo literario efectuado por Nilus a partir de los pocos extractos. Si Nilus hubiese sido, efectivamente, un completo falsificador de Los Protocolos que intentaba convencer al Zar de expulsar a los judíos o de reprimirlos, habría centrado el contenido de los mismos en un carácter menos general y más cercano a la realidad rusa. Sin embargo, en ellos Rusia o el Zar no son nombrados como tales en ninguna oportunidad.
Se han encontrado tremendas similitudes entre algunos pasajes de los Protocolos y la obra "Diálogo en los Infiernos entre Maquiavelo y Montesquieu", publicado en 1864 -y escrito quizás unos años antes- del francés Maurice Joly, aparentemente un autor judío. Los negadores de Los Protocolos se han afirmado en esta similitud para aseverar que habrían sido falsificados por Nilus o uno de sus asistentes, copiándolos directamente de algunos de los pasajes de la obra de Joly. El francés, sin embargo, dirigía su obra contra Napoleón III, lo que le significó ser arrestado el tiempo suficiente para decidir suicidarse en prisión. En su funeral, y a pesar de que los "anti-Protocolos" niegan frecuentemente la cercanía de Joly con el judaísmo, asistió el fundador de la Alianza Israelita Universal, Isaac Adolphe Crémieux, y dio un discurso de despedida el masón judío León Gambetta. Han dicho además que Joly era un monarquista, lo que no condice con su obra dirigida, precisamente, contra el emperador. Podríamos suponer entonces que Joly, como judío o cercano a ellos, tuvo acceso a la misma información que más tarde serviría de base para la redacción de Los Protocolos de los Sabios de Sión.
En nuestro favor podemos señalar además que, tanto la obra de Joly como los posteriores Protocolos de los Sabios de Sión, se inscriben en un período de gran actividad judaica histórica (eran los inicios del Sionismo como tal) y que forman parte de una serie de revelaciones muy similares entre sí sobre las intenciones de la judería mundial. Entre estos documentos, quizás al nivel de Los Protocolos o sólo un poco más abajo, se encuentra el relato del escritor John Retcliffe en su "Biarritz", donde describe en 1868 y con increíbles detalles y aciertos, la presunta reunión en Praga del Quinto Sanhedrín Judío de 1861, junto a los planes a futuro anunciados por los judíos asistentes. Es todo un antecedente al Congreso de Basilea.